VATICANO
El Vaticano, oficialmente Estado de la Ciudad del Vaticano, es una ciudad-estado cuyo territorio se enmarca dentro de la ciudad de Roma. La Ciudad del Vaticano cuenta con una extensión de 0,439 km (44 hectáreas) y una población de aproximadamente 1000 habitantes, siendo el país más pequeño del mundo, y el único que tiene por lengua oficial el latín. Es tan pequeño que sólo la Basílica de San Pedro es un 7% de su superficie. La Ciudad del Vaticano comenzó su existencia en 1929 tras la firma del Tratado de Letrán.
La Ciudad del Vaticano alberga la Santa Sede, máxima institución de la la Iglesia Católica. Aunque los dos nombres, «Ciudad del Vaticano» y «Santa Sede», se utilizan a menudo como si fueran equivalentes, el primero se refiere a la ciudad y a su territorio, mientras que el segundo se refiere a la institución que dirige la Iglesia. La máxima autoridad del Vaticano y jefe del Estado el Papa.
El conjunto arquitectónico e histórico-artístico que conforma la Ciudad del Vaticano fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
Santa Sede … enlace
La Conferencia Episcopal Española es una institución administrativa y de carácter permanente integrada por todos los obispos de la diócesis de España y Andorra y está sujeta a la autoridad del Papa.
C.E.E. … enlace
Antes de la creación de la diócesis de Zamora ya existían comunidades cristianas en lo que hoy es su territorio. Este fue administrado por las diócesis de Braga, Astorga y Salamanca. Se desconocen exactamente el proceso de cristianización de esta zona y la organización de la vida religiosa de sus comunidades, posiblemente escasas en cantidad y número de fieles. Los historiadores antiguos recogen tradiciones, como la de que el apóstol Santiago predicó en nuestras tierras, y relatos de algunos cristianos que fueron martirizados, como San Boal, pero solo pueden ser considerados legendarios.
Sin embargo, se sabe de la existencia de vida eremítica y de comunidades monacales en época visigoda. La iglesia de San Pedro de la Nave es el testimonio monumental más destacado, aunque sobre ella pesa un problema de adscripción cronológica y cultural aún no resuelto (¿de época visigoda o asturiana?), y las tres cruces de oro del denominado “Tesorillo de Villafáfila”, si es que no se trata de un ajuar de Reconquista.
Los datos biográficos más antiguos acerca de San Atilano los proporciona un breve relato laudatorio del obispo San Froilán incluido en la Biblia mozárabe de la catedral de León, redactado en un monasterio berciano por el diácono Juan, en el año 920. Según este códice, San Atilano hizo vida retirada con San Froilán en las montañas leonesas y con él se dedicó a la predicación, luego abrazó el monacato y participó en las fundaciones patrocinadas por el rey asturiano Alfonso III el Magno. Finalmente, ambos fueron consagrados obispos el día de Pentecostés, y destinados a pastorear las sedes de León y Zamora.
A partir del siglo XVI comenzaron a añadirse otros elementos narrativos a su exigua biografía, inspirados posiblemente en los leccionarios antiguos, como que a su regreso de una peregrinación de penitencia halló su anillo pastoral en el vientre de un pez, relato que influyó en la fijación de sus atributos iconográficos. La historiografía moderna ha demostrado que San Atilano fue el primer obispo de la sede zamorana y que su pontificado se extendió entre los años 900 y 917.
San Atilano fue canonizado por el papa Urbano II en el año 1092, en la ciudad de Milán, siendo uno de los primeros santos en ser elevado a los altares por la Iglesia Romana, pues hasta entonces lo hacían los obispos en sus respectivas diócesis. El Martirologio Romano actual lo coloca en el día 5 de octubre, con el siguiente texto: “En Zamora, también en Hispania, san Atilano, obispo, que, siendo monje, fue compañero de san Froilán en la predicación de Cristo por las tierras devastadas por los musulmanes (916)”. Ese mismo día se celebra en la diócesis su conmemoración litúrgica con la categoría de fiesta, al tratarse de su patrono principal.
Según la tradición, sus restos reposan en la iglesia zamorana de San Pedro y San Ildefonso, donde se encontraban en 1260, según lo señala el franciscano Juan Gil de Zamora al narrar la invención de las reliquias de San Ildefonso de Toledo. En ella se conservan también tres reliquias que la tradición identifica con objetos usados por él: su anillo pastoral, el nudo y un trozo de la voluta del báculo, y un peine litúrgico.
Según las fuentes árabes, en el año 893 la ciudad de Zamora fue urbanizada y fortificada por el rey asturiano Alfonso III el Magno, que la repobló con gentes del Norte y mozárabes procedentes de Toledo, Coria y Mérida.
En el año 900 se creó la sede episcopal, que ocupó San Atilano. La victoria cristiana frente a la expedición de bereberes encabezada por el fanático omeya Ahmed ibn al-Qitt en la denominada “Jornada del Foso” o “Día de Zamora”, en el verano del año 901, permitió un período de cierta tranquilidad frente a los ataques andalusíes, y consolidó la ciudad de Zamora como un centro político, militar y religioso en el marco de la monarquía asturleonesa.
Tras San Atilano pastorearon la diócesis zamorana los obispos Dulcidio (924-953), Domingo (954-967), Juan (970-983) y Salomón (985-987). Pero durante la década de 980, la ciudad de Zamora y otros lugares fueron saqueados y devastados por las huestes de Almanzor en diversas aceifas (981, 984, 986). En 988, Almanzor volvió a sitiar la ciudad de Zamora, el rey huyó, y los zamoranos la entregaron al célebre caudillo musulmán, que estableció en ella una población y designó como gobernador a un general Tuyibí. En ese momento se interrumpió la sucesión apostólica en la sede zamorana, y el territorio fue reincorporado al obispado de Astorga, que lo administró hasta los primeros años del siglo XII.
Tras la publicación de la primera cruzada por parte del papa Urbano II en 1095, el arzobispo de Toledo, Bernardo de Cluny o de Sédirac, emprendió la marcha hacia Jerusalén, pero al llegar a Roma el pontífice le impidió continuar el viaje y le ordenó retornar a su sede. El arzobispo regresó a través de Francia, “de donde habiendo buscado en diversos lugares hombres honrados y sabios y también a los jóvenes dispuestos que pudo encontrar, se los llevó con él a España… Jerónimo, que era de Périgueux, a quien hizo obispo de Valencia en la época de Rodrigo el Campeador…, de aquel mismo lugar se trajo a Bernardo, a quien hizo obispo de Zamora a la muerte de Jerónimo, y éste fue propiamente el primer obispo de Zamora”, según Rodrigo Jiménez de Rada.
Después de la toma de Valencia por los almorávides, el arzobispo toledano trajo hasta Toledo al obispo Jerónimo de Périgord, al que encomendó la sede salmantina y la administración de la Iglesia de Zamora, aunque nunca se tituló obispo de ella. Y tras su fallecimiento en 1120, el territorio zamorano se desmembró del salmantino, y Bernardo de Périgord, que era arcediano de Toledo, fue consagrado obispo de Zamora por el arzobispo toledano, pasando a ser pastor de una diócesis independiente de la salmantina y segregada de su territorio, deseando mantenerla como sufragánea de Toledo. Por esta razón se le denomina “primus episcopus zamorensis de modernis”.
Consta documentalmente que en 1121 Bernardo de Périgord ya era obispo de Zamora. El historiador Enrique Flórez afirma que el arzobispo Bernardo de Cluny (+1124), protegido del rey Alfonso VII, que era sobrino de Calixto II, pidió al papa que confirmase en la sede zamorana a quien había sido establecido en ella aduciendo que Zamora había crecido notablemente. Fue el papa Eugenio III quien confirmó la sede y sus privilegios en 1151.
Al obispo Bernardo de Périgord le sucedieron en la sede Esteban de Saint-Selain, consagrado por Raimundo, arzobispo de Toledo, y Guillermo, que había sido deán del Cabildo zamorano. En el episcopado del siglo XIII destaca la figura de Suero Pérez, que encontró la diócesis en un estado calamitoso. Amante de los libros y sabio en leyes, pero de carácter enérgico, provocó ciertos conflictos, entre los que se encuentra el caso de las Dueñas de Zamora, y otros de carácter administrativo y jurisdiccional. También fomentó la actividad constructiva y, piadoso, la mejora del culto catedralicio, y la acción benéfica y asistencial. En 1260, durante su largo pontificado, se hallaron los restos de San Ildefonso de Toledo.
Del siglo XV destaca Juan de Mella (1440-1465), natural de Zamora, que residió y trabajó en la Curia romana. Fue nombrado cardenal por Calixto III en 1456. Fundó la capilla catedralicia de San Ildefonso. Tomó parte decisiva en el Concilio de Florencia, formando parte de la comisión que redactó el documento para la unión de las Iglesias Latina y Griega, en 1439. Y Juan de Meneses (1468-1493), que celebró un sínodo diocesano en 1479; fray Diego de Deza (1494), dominico toresano, preceptor del príncipe Juan; Diego Meléndez de Valdés (1494-1506), que residió en la Curia romana, patrocinó la construcción de la nueva cabecera, las rejas y la sillería coral de la catedral, además de la transformación del interior de la iglesia de San Ildefonso.
Del siglo XVI destacan Antonio de Acuña (1508-1526), que tuvo su protagonismo en el liderazgo de las Comunidades, y Antonio del Águila, que asistió al Concilio de Trento, y fundó una memoria pía con sus nombre.
Del XVII, Juan Pérez de la Serna (1627-1631), que fue antes arzobispo de Méjico.
Del XVIII, Francisco (1703-1720) y José Gabriel Zapata Vera y Morales (1720-1727), tío y sobrino, protectores de la Compañía de Jesús; Onésimo de Salamanca y Zaldívar (1739-1751), que costeó la decoración de la sacristía de la catedral, e Isidro Alfonso Cabanillas (1755-1766), que costeó parte del retablo mayor de la catedral, y reedificó el palacio episcopal.
Del siglo XIX, Pedro Inguanzo Rivero (1814-1824), fundador de una escuela para niñas en Fermoselle, y que fue promovido al arzobispado de Toledo, alcanzando el título de cardenal; Rafael Manso (1851-1862), natural de Villamayor de Campos, a quien tocó aplicar el concordato de 1851; Tomás Belestá y Cambeses (1880-1892), natural de la ciudad de Zamora, y Luis Felipe Ortiz y Gutiérrez (1893-1914), a quien correspondió ejecutar el arreglo parroquial de la diócesis gestado años antes.
En el siglo XX ocuparon la sede zamorana Antonio Álvaro Ballano (1914-1927), Manuel Arce Ochotorena (1929-1938), Jaime Font y Andreu (1944-1950), Eduardo Martínez González (1951-1970), Ramón Buxarrais Ventura (1971-1973), Eduardo Poveda Rodríguez (1976-1991) y Juan María Uriarte Goiricelaya (1991-2000).
Y en el siglo XXI, Casimiro López Llorente (2001-2006), Gregorio Martínez Sacristán (2007-2019) y Fernando Valera Sánchez.
Fernando Valera Sánchez, hijo de José y de Catalina, nació en Bullas (Murcia) el 7 de marzo de 1960, y fue bautizado en la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario de la misma localidad el día 19, solemnidad de San José. En 1977 ingresó en el Seminario San Fulgencio de la Diócesis de Cartagena, y realizó los estudios eclesiásticos en la Facultad de Teología de Granada. En Murcia fue ordenado diácono el 3 de abril de 1983, y en Bullas ordenado presbítero el 18 de septiembre del mismo año.
Fue nombrado Obispo de Zamora el día 30 de octubre de 2020. Su ordenación episcopal y su toma de posesión tuvieron lugar en la S. I. Catedral de Zamora el día 12 de diciembre de 2021.
A lo largo de la historia de nuestra Iglesia diocesana de Zamora ha habido hombres y mujeres a quienes la Iglesia ha reconocido como santos y beatos. Ellos nos alientan con su palabra, nos estimulan con el testimonio de su vida ejemplar y nos ayudan con su intercesión, y de ellos guardamos y celebramos una memoria agradecida.
San Fernando (Valparaíso, Zamora, 1201-Sevilla, 1252).
Hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla, y padre de Alfonso X el Sabio. Ciñó la corona de Castilla y León, reconquistó a los musulmanes diversas ciudades, y restauró algunas sedes episcopales. Mandó edificar el monasterio de Nuestra Señora de Valparaíso, en el mismo lugar donde había nacido, junto a Peleas de Arriba. Fue canonizado por Clemente X el 4 de febrero de 1671. Memoria litúrgica: 30 de mayo.
San Alfonso Rodríguez de Olmedo (Zamora, hacia 1598-Caaró, Paraguay, 1628).
Hijo de Gonzalo Rodríguez y María de Olmedo. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1614, y dos años después partió para América. El padre Roque González de Santa Cruz lo tomó como compañero para fundar la reducción de Todos los Santos de Caaró. Allí se produjo un alboroto que acabó con el martirio de ambos en 1628. Fue canonizado por San Juan Pablo II el 16 de mayo de 1988. Memoria litúrgica: 16 de noviembre.
Santa Bonifacia Rodríguez de Castro (Salamanca, 1837-Zamora, 1905).
Hija de Juan Rodríguez y María Natalia de Castro. Bajo la dirección espiritual del jesuita Francisco Javier Butinyá fundó la Congregación de Siervas de San José, cuya vida comunitaria comenzó en su taller en 1874. La oposición del momento llegó hasta su destitución como superiora en 1882, aunque jamás protestó por ello. Y en 1883 estableció su Taller de Nazaret en la ciudad de Zamora, ofreciendo acogida y formación a mujeres desfavorecidas. Fue canonizada por Benedicto XVI el 23 de octubre de 2011. Memoria litúrgica: 6 de junio.
Beato Martín Cid (Zamora, siglo XII-Valparaíso, Zamora, 1152).
Fue ordenado presbítero en torno a 1125. Marchó a vivir como anacoreta en una cueva situada en un paraje cercano a Peleas de Arriba. En 1143 construyó un monasterio bajo la observancia de la Orden del Cister, denominado Santa María de Bellofonte, del que fue su primer abad. Sus restos están depositados en el monasterio de monjas benedictinas de Zamora. Su culto fue aprobado para toda la Orden cisterciense por Clemente XI en 1701. Memoria litúrgica: 30 de octubre.
Beato Álvaro de Córdoba (Zamora, siglo XIV-Roma, 1430).
Entró en la Orden de Predicadores en 1368. En 1416 recibió el título de maestro en Teología por la Universidad de Salamanca. En 1423 fundó el convento reformado de Escalaceli en la sierra cordobesa, donde construyó oratorios para meditar la pasión de Cristo, por lo que es considerado el introductor de la devoción del Viacrucis localizado. El papa Benedicto XIV aprobó su culto en 1741. Memora litúrgica: 19 de febrero.
Mártires del siglo XX:
Ángel Sastre Corporales (Villaralbo, 1916-Paracuellos del Jarama, 1936), de la Orden de San Juan de Dios. Beatificado por San Juan Pablo II en 1992. Memoria litúrgica: 28 de noviembre.
Felipe Barba Chamorro (Pozoantiguo, 1873-Fuente la Higuera, 1936), Sabino Hernández Laso (Villamor de los Escuderos, 1886-Madrid, 1936), Pedro Martínez Ramos (Figueruela de Arriba, 1902-Paracuellos del Jarama, 1936), Eliseo Miguel Largo (Pajares de la Lampreana, 1889-Santander, 1936), Simón Miguel Rodríguez (Villalcampo, 1912-Azuaga, 1936), Juan Pérez Rodríguez (Andavías, 1877-Tragamón, 1936) y Dionisia Rodríguez de Anta (Cerecinos de Campos, 1890-Madrid, 1936). Todos ellos eran religiosos y fueron beatificados por Benedicto XVI en 2007. Memoria litúrgica: 6 de noviembre.
Miguel Faúndez López (La Hiniesta, 1907-Bullas, 1936), Nicomedes Andrés Vecilla (Pajares de la Lampreana, 1917-Carabanchel Bajo, 1936), Cipriano Reguilón Lobato (Pajares de la Lampreana, 1917-Carabanchel Bajo, 1936) y José Sánchez Rodríguez (Pajares de la Lampreana, 1918-Carabanchel Bajo, 1936). Todos ellos eran religiosos y fueron beatificados en 2013. Memoria litúrgica: 6 de noviembre.
900: Ordenación episcopal de San Atilano. Creación de la diócesis de Zamora.
988: Interrupción de la sucesión episcopal con el obispo Salomón.
1102: El territorio diocesano es administrado por Jerónimo de Périgord, obispo de Salamanca.
1121: Restauración de la diócesis y de la sucesión episcopal con el obispo Bernardo de Périgord.
1143: Alfonso VII dona a Martín Cid, sus compañeros y monjes enviados de Claraval, las villas desiertas de Cubo y Cubeto para que construyan un monasterio de Santa María de Bellofonte bajo la Orden del Cister.
1151: Inicio de la construcción de la catedral actual, en tiempos del obispo Esteban de Saint-Selain.
1174: Consagración de la catedral actual.
Siglo XII: Construcción de numerosas iglesias románicas en la ciudad de Zamora.
1219: Posible estancia de Santo Domingo de Guzmán, y fundación del convento de la Orden de Predicadores en Zamora.
1260: Hallazgo de las reliquias de San Ildefonso en la iglesia zamorana de San Pedro.
1270: Celebración de un sínodo diocesano por el obispo Suero Pérez en Toro.
Siglo XIII: Instalación de las órdenes mendicantes y militares.
1412: Estancia y predicación de San Vicente Ferrer.
1469: Elevación de las reliquias de San Ildefonso y San Atilano a la capilla alta de la iglesia de San Ildefonso.
1479: Celebración de un sínodo diocesano por el obispo Juan de Meneses en el claustro de la catedral.
1545: Fundación de la Casa de la Misericordia por el obispo Pedro Manuel de Castilla.
1561: Fundación del convento de franciscanos descalzos por San Pedro de Alcántara en Aldea del Palo (San Miguel de la Rivera).
1584: Celebración de un sínodo diocesano por el obispo Juan Ruiz de Agüero en el palacio episcopal de Zamora.
1591: Incendio del claustro catedralicio.
1612: Celebración de un sínodo de las vicarías de Alba y Aliste, presidido por Maximiliano de Austria, arzobispo de Santiago, en la iglesia de Santiago del Burgo de Zamora.
1645: Fundación del seminario y hospital de San Pablo para niños cantores (“seises”) por el chantre Diego del Val.
1717: Fundación del colegio de jesuitas en Zamora, con el apoyo del obispo Francisco Zapata Vera y Morales.
1762: Reedificación del palacio episcopal de Zamora, durante el pontificado de Isidro Alfonso Cabanillas.
1767: Fundación de la Casa Galera por el obispo Antonio Jorge y Galván, para recoger a las prostitutas.
1768: Celebración de un sínodo diocesano por el obispo Antonio Jorge y Galván en el palacio episcopal de Zamora.
1768: Fundación de una sala oscura para partos vergonzantes por el obispo Antonio Jorge y Galván en el Hospital de Sotelo, de Zamora.
1782: Fundación de la casa de niños de la Providencia por el obispo Manuel Ferrer y Figueredo en Zamora.
1792: Acogida de la diócesis a 150 eclesiásticos franceses, obligados a exiliarse por la revolución.
1797: Inauguración del Seminario Conciliar San Atilano, durante el pontificado del obispo Ramón Falcón y Salcedo.
1798: Inauguración del hospicio en Zamora, bajo los auspicios del obispo.
1809: Los concejos enajenan bienes de iglesias, cofradías y fundaciones para satisfacer las contribuciones exigidas por el invasor francés. Pérdida de un cuantioso patrimonio artístico.
1834-1847: Largo período de sede vacante.
1835: Exclaustración de frailes y monjes/as de la diócesis.
1864: Fundación de la Congregación de Hermanas del Amor de Dios por el exclaustrado Jerónimo Usera, en Toro.
1865: Establecimiento de las conferencias morales para la formación religiosa del clero diocesano.
1874: Incorporación de las parroquias de las órdenes militares a la jurisdicción ordinaria.
1883: Fundación de las Siervas de San José por Bonifacia Rodríguez de Castro, en Zamora.
1889: Celebración de un sínodo diocesano por el obispo Tomás Belestá y Cambeses en la catedral.
1894: Aprobación y ejecución del arreglo parroquial, promovido por el obispo Luis Felipe Ortiz y Gutiérrez.
1926: Inauguración del Museo Catedralicio.
1955: Modificación de los límites geográficos de la diócesis.
1958: Congreso Eucarístico Diocesano.
1969: Creación del Instituto Teológico Diocesano “San Ildefonso”.
1970: Asamblea del clero diocesano.
2010: Fusión y reordenación de arciprestazgos.